No podía entender como su corazón caliente
se podía volver como un témpano
con tan sólo un susurro.
A veces su frialdad asustaba,
otras ... se agradecía.
Ni con hielo ni con fuego
consiguió de mi boca las palabras que tanto
anhelaba ...
Yo no conseguía explicar ...
Ella no consentia entender;
Y seguía quemandome,
seguía haciendome tiritar ...
Pero nunca, nunca
le dije cuánto la quería.
Cuánto te quería, mi amada.
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